dimecres, 30 de novembre del 2011

Los fraudes más famosos de los últimos años


En este artículo veremos que no todos los científicos e investigadores son quien dicen que ser. Algunas veces, diversos investigadores y científicos recurren a la distorsión, plagio, falsificación de los resultados que obtienen, debido a la competencia y al estrés y querer destacar por encima de todos los demás. Esto no es lo único que les motiva a modificar información, en la actualidad ha aumentado por la importancia de la ciencia en la sociedad y lo que se puede conseguir con ella. El público no pone en duda la ciencia, porque la ciencia representa la objetividad. La ciencia tiene como objetivo entender la naturaleza y explicarla.
Mientras que los científicos e investigadores con interés en la ciencia y están motivados para investigar, describir y experimentar, hay otros que intentan estafar y engañar a la sociedad. La mejor forma de ver las múltiples facetas de la inconducta científica es analizar algunos de los (desgraciadamente) numerosos ejemplos que se han dado en la historia.
Antes de ver los distintos tipos de fraudes y sus motivaciones, es conveniente delimitar el objetivo de este trabajo. Debemos definir que es inconducta o fraude científico.
Se considera fraude científico la fabricación, falsificación y el plagio en la propuesta, ejecución o comunicación de los expertos. Dentro de esta definición también se deben incluir los errores de juicio, registro, selección o análisis de datos, la interpretación de los resultados, y las negligencias no relacionadas con el proceso de investigación. Esta es una definición que nos ayuda a entender el concepto de fraude científico y nos permite diferenciarlo a la hora de decidir qué es y qué no es un fraude de este tipo.


En los siguientes párrafos habrá unos ejemplos de fraudes científicos:

Hwang Woo-Suk y las células madre

Este es uno de los casos mas sonados en la historia de la ciencia y uno de los mas recientes. Science público en 2005 un experimento sobre células madre humanas del científico surcoreano Hwang Woo-Suk . Su equipo había obtenido 11 células madre de embriones humanos clonados de diversos pacientes. Sus “supuestos “ hallazgos fueron un enorme bombazo de esperanza en la comunidad científica internacional y en la opinión publica, debido a los enormes avances en medicina que supondrían. Sin embargo, meses más tarde, un comité investigador denunció el caso, alegando que no encontró ninguna evidencia sobre la autenticidad de los logros de Hawng, y por tanto el artículo publicado en Science era completamente falso. Supuso la desacreditación de Hwang y fue condenado a prisión durante 2 años, y la pérdida de reputación de los filtros rigurosos de la prestigiosa revista de Science.


El Hombre de Piltdown, un basto «eslabón perdido»

Otro fraude es el Hombre de Piltdown es para echarse las manos a la cabeza, porque no puede ser más descarado, pero se mantuvo durante décadas.
En 1912 aparecieron en Sussex, Inglaterra, unos fragmentos de un supuesto cráneo humano y de una mandíbula de aspecto simiesco que, unidos, parecían pertenecer a una especie desconocida.
Se llegó a decir que era el «eslabón perdido» entre el hombre y el mono.

En realidad, era una falsificación formada por la mandíbula de un orangután, un cráneo humano medieval y algunos dientes de chimpancé. Los dientes habían sido limados para darles apariencia humana, y envejecidos en una solución de hierro y ácido crómico.
Unas pruebas científicas desvelaron el timo... ¡en 1949! Se dice que el «padre» de la idea fue el médico y paleoantropólogo aficionado Charles Dawson, aunque también se sospecha de Arthur Conan Doyle, el autor de Sherlock Holmes, y el jesuita Pierre Teilhard de Chardin.

Mitad ave, mitad dinosaurio

Otro fraude que no deja en buen lugar a los paleontólogos. Se llamaba Archaeoraptor liaoningensis, un dinosaurio con alas que se ganó la portada del National Geographic por ser el supuesto «eslabón perdido» entre los dinosaurios y la aves. Fue encontrado en China en los años 90 y tenía un aspecto magnífico: preciosa alas emplumadas y cola de dinosaurio. Toda una fantasía animal. Un escáner demostró poco después que el dinosaurio original era un pequeño carnívoro, el «Microraptor zhaoianus», al que se habían trasplantado partes de un ave, denominada «Yanornis martini».

 Vestigios arqueológicos «de quita y pon»

El arqueólogo japonés Sinichi Fujimura la montó gorda. Pese a haberse ganado con anterioridad el prestigio internacional por descubrir las cerámicas más antiguas de su país, de unos 40.000 años, en 2000 aseguró haber encontrado cerca de la localidad de Tsukidate utensilios y agujeros que soportaban pilares de 600.000 años, lo que demostraba la presencia humana en el archipiélago en aquella época. Nada de eso. El científico colocaba de madrugada los artefactos prehistóricos que desenterraban sus colaboradores durante el día. Unos reporteros le pillaron con las manos en la masa. El especialista lloró su culpa públicamente y aseguró que «el diablo» le impulsó a hacerlo.

Como podemos evitar los fraudes científicos

La ciencia tiene la característica de descubrir y rechazar lo que es falso, pero descubrirlo llevara años y eso producirá daños tanto en la ciencia como a la sociedad. Los fraudes los realiza personas o científicos conocidos que se han ganado el respeto y la confianza de las personas, además de saber de lo que están hablando y saber los tipos de detección de fraude para no ser descubierto. Recordar que la ciencia se intenta ser original y ser el primero, si envías un artículo con temas totalmente nuevos puede que no hay nadie con formación suficiente para establecer la calidad. Otra razón de fraude o de que los fraudes pasen desapercibidos, es que no siempre se eligen a los revisores adecuados. Hace unos años se creó un programa que generaba de forma automática artículos, estos fueron enviados a revista y fueron publicados .

Uno de los procedimientos más utilizados para detectar y descubrir el fraude es la evaluación de los artículos antes de su publicación, pero este método no siempre es eficaz y los fraudes pueden pasar desapercibidos.

Los centros de investigación disponen de otros procedimientos para evitar el fraude, como el control sistemático de los experimentos registrados en los diarios de laboratorios, la forma del trabajo que se esta realizando, etc. Las agencias financieras podrían imponer sanciones a los defraudadores y reducir las exigencias de promoción de los científicos, para disminuir la presión de publicar cuanto antes y mucho.

Conclusión

Con estos ejemplos podemos decir que los fraudes, mentiras y demás, siempre acaba saliendo la verdad a la luz. La ciencia intenta buscar una explicación racional al funcionamiento del universo. La ciencia la realiza aquellas personas que son consideradas como científicos o investigadores. A los ojos de los demás los investigadores son personas con conocimientos, observan la realidad e investigan y están caracterizados por su rectitud y objetividad. Por este motivo la mayoría de las personas piensan que un científico siempre hace lo correcto, no engaña, no miente o manipula. Pero siempre aparecen casos pomo el de Hwang Woo Suk. Estos casos de mentiras engaños o manipulación en la ciencia reciben el nombre de fraude científico y son actos a evitar. El fraude científico se puede manifestar de diferentes formas: como invención de resultados, falsificación o manipulación de resultados, plagio, publicaciones reiteradas, incorrección de citas bibliográficas, sesgos o publicidad de resultados de investigación. En todos los casos el objetivo es el mismo, engrosar el currículum.



dilluns, 7 de novembre del 2011

Fraudes científicos



Comenzando por que la investigación científica posee prestigio por ser exacta y creíble por el hecho de que sus descubrimientos se demuestran con experimentos y sus afirmaciones se comprueban, ¿hay realmente tramposos en el mundo de la ciencia? Y si es así, ¿cómo garantizar que los científicos no hagan trampa en su negocio?
La respuesta pudiéndonos basar en datos comprobados es que sí, efectivamente hay fraudes en el mundo de la ciencia, concretamente más de 2.300 casos de posibles malas prácticas científicas basándonos en un reciente estudio en EEUU publicado en la revista Nature. En los aspectos teóricos, de planteamiento, deducción y conclusión, la mentira se desvanece por la crítica dura de los demás investigadores, los que al juzgar un escrito científico, desempeñan el múltiple papel de colegas, jueces de línea y adversarios. La crítica suele ser despiadada, para pesar y mortificación del científico novel, subdesarrollado o inmaduro. Por ello en la ciencia moderna la patente del oficio la suministra la publicación (no la impresión) del resultado de los desvelos del interesado. Los descubrimientos más importantes y muy competidos, son siempre sujetos a esta prueba, y, debido a ello, los investigadores involucrados se esfuerzan muchísimo probando y comprobando ellos mismos sus resultados. Aunque no falta quien, por precipitación o impericia, se lanza al ruedo. Normalmente las mentiras –al menos las más gordas y significativas- siempre salen a la luz más pronto que tarde ya sea por la misma comunidad científica (el mismo colectivo) quienes le someterán a un rechazo y exclusión, o por organizaciones encargadas de vigilar estos problemas, como la Oficina de Integridad de la Investigación. La dificultad de descubrir a los científicos tramposos es mayor en los campos científicos menos importantes, ya que es poco interesante y escasamente beneficioso el repetir experimentos poco glamorosos. En estas últimas áreas la crítica experimental va con más lentitud y pueden pasar muchos años antes de que alguien descubra "algo raro" en los datos del científico poco escrupuloso.


Uno de los engaños más famosos, impactantes y duraderos de la historia de la ciencia fue el Hombre de Piltdown. Este engaño comenzó y se basó
en un cráneo, un diente suelto y una mandíbula con dientes, descubiertos en Inglaterra en 1912 por un obrero que los encontró en una carretera y se los entregó al arqueólogo Charles Dawson, el cual los presentó junto al paleontólogo Smith Woodward. Durante años se pensó que correspondían al eslabón perdido entre el mono y el hombre, denominándolo Eoanthropus dawsonii. Fueron aceptados por la comunidad científica sin mayores análisis ya que "era perfecto e idéntico a la idea que poseían sobre el eslabón perdido".
Pero cada vez surgieron más dudas sobre su veracidad y su origen; hasta que, finalmente el dentista A.T. Marston lo analizó y llego a la conclusión de que los dientes de ese esqueleto correspondían a un orangután, el diente suelto a un mono y el cráneo a un ser humano. A partir de entonces los análisis demostraron que el color oscuro de los huesos se debía a un tratamiento químico, para hacer homogéneas las diferencias de color entre la mandíbula (más moderna) y el cráneo (más antiguo). Nadie sabía quién cometió el fraude pero sobretodo culpaban al inocente Charles Dawson, ya que le atribuían un gran interés por el experimento por el hecho de que en las islas británicas no había sido descubierto ningún fósil humano. Sin embargo, el profesor Douglas dejó a su muerte una grabación donde desvelaba al verdadero autor de la falsificación, el archifamoso profesor Sollas, que pretendía desprestigiar a su rival Woodward, compañero de Dawson en esta historia. También existen otras teorías que atribuyen la invención a otros hombres famosos de la época, como la afirmación de Gould en la que acusa a Teilhard de Chardin de participar en la "conspiración de Piltdown", además en las cartas que Teilhard envió a uno de los científicos que descubrieron el engaño, Gould afirma que Teilhard mintió para ocultar su participación en la intriga. Hasta el momento se desconoce exactamente quién o quiénes fueron los responsables del fraude. Sin embargo, Dawson sigue siendo el principal sospechoso.
El plagio , el adjudicarse los hallazgos del vecino sin acreditar la autoría, el jugar sucio, la falsificación, las chapuzas en el laboratorio o el descubrimiento inventado, son algunos de los muchos fraudes que se produjeron, se producen y se producirán en el mundo de la ciencia con sus diversas ramas si no intentamos poner fin a estas malas prácticas, creando donde todavía no existan organizaciones, instituciones, fundaciones y diversas sanciones contra esto y sin lugar a duda, cerrar el acceso a la financiación federal y así finalizar la carrera científica a todo aquel que haga trampas y una mala utilización de tan escasos recursos,
para intentar beneficiarse a costa de estos falsos descubrimientos, afectando así, sin percatarse, a muchos miles de científicos honestos y escrupulosos de todo el mundo. Por ello muchos de estos científicos tramposos no son conscientes de los efectos secundarios de sus actos, por ello deberían plantearse antes una cuestión, ¿realmente vale la pena arriesgarse?




Referencias:
http://es.wikipedia.org/wiki/Hombre_de_Piltdown
http://www.elpais.com/articulo/futuro/Cientificos/tramposos/elpepusocfut/20080702elpepifut_1/Tes